Colección de lecturas
 

PDF Hermanos en Cristo. Fe y doctrina

Artículos de fe y doctrina de los
Hermanos en Cristo


III. La humanidad y el pecado

Dios creó al hombre y a la mujer en su imagen. La diferencia entre los seres humanos y todas las otras formas de la creación estriba en que tienen características espirituales además de materiales. Materialmente, cada persona tiene un cuerpo hecho de los elementos de la tierra — un cuerpo que crece, madura, y con el paso del tiempo vuelve a la tierra en muerte. Además, las personas exhiben en cierta medida discernimiento moral, percepción de lo espiritual y libertad de elección. Como seres espirituales, los seres humanos han sido creados para estar en comunión con Dios. No podemos hallar paz aparte de un recta relación con Dios.

Libertad de elección
    La imagen de Dios en cada individuo incluye la capacidad para asumir decisiones morales. Podemos elegir el bien o el mal, obedecer a Dios o desobedecerle. La libertad para elegir nos hace responsables de nuestras decisiones y se nos puede exigir cuenta de sus consecuencias. Entendemos, por la Escritura, que si bien Dios otorga a la humanidad esta libertad de elección, Dios sabe también el fin desde el principio, y en su sabiduría y gracia está llevando a cabo sus propósitos eternos en medio de la historia humana.

El origen del pecado
    El hombre y la mujer fueron creados inocentes y libres de pecado; vivían en armonía con Dios y con la creación. Sin embargo cuando Adán y Eva cedieron ante la tentación de Satanás, el mal entró a la familia humana. Cuando escogieron desobedecer a Dios, su naturaleza se torno pecadora. Esta naturaleza pecadora se ha trasmitido a todos sus descendientes. Así el pecado, la depravación moral, y la muerte vinieron a ser una parte inherente de la experiencia humana. Satanás, llamado también el diablo, es la personificación del mal y la fuente original del pecado. Su reinado maligno se rebela constantemente contra la autoridad de Dios. Vivimos en la arena donde se ha entablado el conflicto resultante y hemos de escoger entre el gobierno de Satanás y el reinado de Dios.

Los efectos del pecado
    Corrompidos por una naturaleza pecadora, los seres humanos carecen de santidad y son egoístas y recalcitrantes, rebeldes contra Dios. En carácter y conducta, la humanidad entera es culpable ante Dios. Por nuestra propia cuenta, jamás podríamos alcanzar una justicia aceptable a Dios. La inclinación de la humanidad hacia el mal es universal, y la culpabilidad y vergüenza consiguientes son comunes a todas las personas. El pecado penetra el orden social mediante la familia humana degradada, distanciando a las personas de Dios, del prójimo, de sí mismas y del resto de la creación. El pecado se manifiesta en el deterioro de las relaciones humanas y de las estructuras de la familia, en sistemas sociales y económicos que cometen violencia contra el orden divino e ignoran la dignidad humana, en sistemas filosóficos que niegan a Dios y deifican a los humanos, y en sistemas religiosos que distorsionan la verdad y crean realidades ilusas. En un sistema mundial penetrado por influencias satánicas, el pecado se extiende por la perversidad humana y por los poderes del mal. A nivel personal, el pecado nace de la inclinación interior hacia la desobediencia y la rebeldía.

El individuo ha de rendir cuenta
    La creación pone de manifiesto para todos la gloria y naturaleza de Dios y por tanto recae sobre todos la responsabilidad de honrarle y glorificarle. Aunque el pecado se manifiesta en la totalidad del orden social, es el individuo quien siempre habrá de rendir cuenta. Cada uno de nosotros rendirá cuenta ante Dios en proporción a nuestra capacidad personal de conocer y escoger entre el bien y el mal. Creemos que las personas que no han alcanzado el grado de madurez necesaria para ser capaces de discernir entre el bien y el mal, son aceptados por Dios por virtud de su misericordia y están cubiertas por la reconciliación efectuada por Cristo. Cuando la raza humana cayó en el pecado, la imagen de Dios en la humanidad quedó seriamente dañada, pero no del todo destruida. A pesar de una inclinación hacia el mal, algunos aspectos de la semejanza a Dios permanecen en la humanidad, de lo cual vemos destellos en rasgos como la creatividad, la generosidad y la compasión. No obstante, es sólo por la gracia de Dios que las personas pueden llegar a responder al don divino de la salvación.

Base bíblica

La humanidad y el pecado. Génesis 1:26-28; 2:7-9,15-20; 9:1-6; Salmo 8:3-8; 90:1-6; 139:13-16; Eclesiastés 12:1-7; Hechos 17:26-28

Libertad de elección. Génesis 2:16-17; Deuteronomio 30:15-20; Mateo 7:1344, Juan 1:11-12; Romanos 12:1-2; Efesios 1:344; 2 Pedro 3:9; Apocalipsis 22:17

El origen del pecado. Génesis 3:1-19; Salmo 51:5; Isaías 14:12-15; Juan 8:44; Romanos 5:12; Efesios 2:1-3; 6:10-12

Los efectos del pecado. Salmo 53:1-3; Isaías 59:1-8; 64:6-7; Romanos 1:18-32; 3:9-20, 23; 5:12; 6:23

El individuo ha de rendir cuenta. Génesis 1:27-30; 2:7-9, 16-17; 3:1-19; Levítico 4:27-35; Ezequiel 18; Marcos 10:13-16; Romanos 1:18-20; 3:23; 2 Corintios 5:l0; Efesios 2:8-9

 
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