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Hermanos en Cristo. Fe y doctrina
Artículos de fe y doctrina de los
Hermanos en Cristo
IV. Jesucristo y la salvación
El plan de Dios de salvación para la humanidad pecadora es vertebral en el propósito eterno de Dios y queda plenamente de manifiesto en la persona y obra de Jesucristo, escogido por Dios desde antes de la creación para ser el Salvador. Aseveramos que Jesucristo es verdaderamente divino y verdaderamente humano.
La vida y el ministerio de Jesucristo
Jesucristo, el Hijo de Dios, es una persona nítida en la Trinidad y goza de igualdad y unidad perfecta con Dios el Padre y con Dios el Espíritu Santo. Existe eternamente y es plenamente Dios. Creó todas las cosas y es la fuente y el sustentador de la vida. En la plenitud del tiempo Dios el Hijo tomó semejanza humana, fue concebida por el Espíritu Santo, nacido de la virgen María. Fue Dios encarnado — Dios hecho carne — y vivió sobre la tierra como hombre, plenamente humano, aunque sin pecado. Se desarrolló física y mentalmente, sintió hambre, sed y fatiga, sufrió el rechazo y toda la gama de los sentimientos humanos. Fue tentado en todas las formas, pero se mantuvo libre de pecado. Fue perfectamente obediente y sumiso al Padre. Tomó sobre sí el papel de un siervo y respondió con compasión a los que padecían necesidad. Jesús ejemplificó la humanidad perfecta e invitó a la gente a seguirle. La naturaleza divina de Jesús de Nazaret se manifestó claramente durante su vida sobre la tierra. Cuando nació fue anunciado como Emmanuel, Dios con nosotros. Cuando se bautizó fue declarado Hijo de Dios. Su ministerio se caracterizó por la presencia y el poder del Espíritu Santo. enseñaba con autoridad divina y comisionó a sus discípulos a proclamar su evangelio. Dijo que todo el que le ha visto a él ha visto al Padre. Fue el Hijo de Dios, lleno de gracia y de verdad. Jesús vino a la tierra como el Mesías prometido, revelado en las Escrituras. Inauguró el reinado de Dios y demostró su presencia al sanar a los enfermos y echar fuera demonios. Sus milagros fueron señales del reinado de Dios. En su enseñanza, Jesús antepuso el reinado de Dios a los reinos de este mundo. Invitó a los que le seguían a unirse a la iglesia, que es la nueva comunidad del pacto, basada en los valores del reinado de Dios. Vino a destruir las obras del diablo y a redimir del pecado a la familia humana.
Muerte y resurrección de Jesucristo
La obra de redención de Cristo se cumplió con su muerte y resurrección. Dios quiso redimirnos de la culpa y el poder del pecado y liberarnos del gobierno de Satanás, a fin de que todos aquel que creyese fuese restaurado al beneplácito divino, la comunión con Dios. Mediante su sufrimiento y su muerte como sacrificio a favor de nosotros, Jesucristo ofreció expiación completa por el pecado. Su muerte y resurrección abrieron la única vía a la reconciliación entre Dios, que es santo y justo, y la humanidad pecadora. La sangre de su vida entregada voluntariamente sobre la cruz obtuvo el perdón y ratificó el Nuevo Pacto. La resurrección de Jesús en cuerpo testifica decisivamente de su deidad y de su victoria sobre Satanás, el pecado y la muerte. Cristo, después de resucitado, ascendió al cielo y está sentado a la diestra de Dios el Padre, intercediendo por nosotros. Jesús es ahora nuestro Señor resucitado, exaltado y reinante. Le ha sido dada toda autoridad en el cielo y en la tierra. Él es cabeza de la iglesia y Señor de la historia de la humanidad. Al final de los tiempos, todas las cosas en el cielo y en la tierra se someterán a su dominio. Toda persona se postrará ante él y él reinará por siempre. Confesamos jubilosos que Jesús es Señor y reconocemos su autoridad sobre nuestras vidas. Le honramos con nuestro culto y nuestra obediencia.
Llegar a experimentar la fe
La salvación que nos ofrece gratuitamente la muerte y resurrección de Jesucristo se hace efectiva en nuestras vidas mediante el ministerio del Espíritu Santo. Es el Espíritu quien nos prepara para tener fe en Jesucristo. Él nos lleva a reconocer nuestra necesidad, nos capacita para reconocer nuestra culpa, y nos invita a responder a Dios con fe y obediencia. La respuesta de fe es una confianza personal en la gracia de Dios, con un giro de 180 grados, del pecado a la justicia. El arrepentimiento entraña un reconocimiento del pecado. Se expresa con un pesar sincero, abandonando el pecado y con un cambio de actitud en cuanto a Dios, en preparación para que siga adelante el ministerio del Espíritu Santo. El arrepentimiento incluye una disposición a procurar la reconciliación y la restitución.
Nueva vida en Cristo
Todos los que llegan a experimentar la fe en Cristo vuelven a nacer, reciben el Espíritu Santo, y vienen a ser hijos de Dios. Ya no se les imputa culpa por el pecado, les es concedida la justicia de Cristo, y se hallan reconciliados con Dios. Las personas que han sido justificadas por la gracia mediante la fe disfrutan de paz con Dios, son hijos adoptivos en la familia de Dios, se integran en la iglesia, y reciben la certeza de la vida eterna. Somos hechos una nueva creación en Cristo, regenerados por el Espíritu Santo. Este cambio de corazón se pone de manifiesto en el desarrollo de un carácter semejante al de Cristo y una conducta de obediencia a Dios. La conversión se expresa en una vida cambiada con una nueva dirección y propósitos, intereses y valores nuevos. La nueva vida en Cristo se desarrolla mediante disciplinas espirituales cristianes tales como la oración, el estudio de la Escritura, el ayuno y el negarse a sí mismo; las cuales, sin embargo, no hacen que el creyente sea inmune a la tentación. La desobediencia pertinaz obstruye la comunión con Dios y puede destruir la nueva vida en Cristo. Cuando aparece el pecado en la vida del cristiano, es necesario confesarlo y abandonarlo con la confianza en la disposición de Dios a perdonar y en su poder para limpiar del mal.
La vida en el Espíritu
Creemos que la gracia de Dios va más allá del perdón del pecado. Al operar el Espíritu en la vida de los creyentes, los conduce, mediante la santificación, a una entrega y compromiso totales con las motivaciones y la voluntad de Cristo. El resultado es la libertad del control del pecado y una capacitación para vivir la vida de santidad. El Espíritu Santo llena a las personas entregadas a Dios y las equipa para un testimonio y un servicio eficaces. La santificación es también un camino permanente de entrega a Dios y desarrollo en gracia. La calidad de la vida de entrega se corresponde con la disposición del creyente a responder al Espíritu Santo y a obedecer la Palabra de Dios. La vida llena del Espíritu da como resultado una sensibilidad al Espíritu Santo, una fortaleza interior en tiempos de tentación, la vida piados y un servicio de todo corazón al Señor. El Espíritu Santo produce el carácter virtuoso: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, y dominio propio.
Esperanza de vida eterna
La salvación que provee nuestro Señor Jesucristo se consumará para el creyente en el gozo del cielo y la plena realización del reinado de Dios. En nuestros cuerpos glorificados estaremos libres de todos los efectos del pecado. Restaurados en semejanza de Cristo, adoraremos a Dios y reinaremos juntamente con Cristo por toda la eternidad.
Base bíblica
Jesucristo y la salvación. Efesios 1:3-14; Tito 2:11-14; Hebreos 1:1-3; 1 Pedro 1:3-5
La vida y el ministerio de Jesucristo. Mateo 1:20-23; 3:13-17; 6:33; 7:28-29, 9:35-36; 12:25-28; 26:26-29; 28:18-20; Marcos 1:14-15; 14:61-62; Lucas l:26-2:33, 52; 4:1-21; 22:44; Juan 1:1-14; 3:16; 13:1-17; 14:8-11; Gálatas 4:4-5; Filipenses 2:541; Colosenses 1:15-20; Hebreos 4:14-15
Muerte y resurrección de Jesucristo. Salmo 22:1-18; Isaías 52:13-53:12; Mateo 27:27-28:20; Juan 3:16-17; Hechos 1:9-11; Romanos 5:1-11; 1 Corintios 15:20-28; 2 Corintios 5:21; Efesios 1:9-10; Filipenses 2:9-11; Colosenses 1:21-22; Hebreos 1:3; 7:24-25; 9:11-28; 12:2; Apocalipsis 11:15
Llegar a experimentar la fe. Lucas 3:7-9; 5:31-32; 18:9-14; 19:8-9; Juan 16:5-15
Nueva vida en Cristo. Juan 3:1-17; Hechos 2:41-47; Romanos 5:11; 8:14-17; 10:9-10, 13; 2 Corintios 5:17; Ga1atians 4:6-7 Efesios 2:1-10; Colosenses 1:22-23; Hebreos 3:14; 1 Pedro 1:3-5; 1 Juan 2 24 25
La vida en el Espíritu. Lucas 11:11-13; Juan 20:21-22; Hechos 1; Romanos 6:1-14; 8:1-17; 12:1-2; 2 Corintios 5:5; Gálatas 5:16-25; Efesios 1:13-14; 3:14-21; 1 Juan 1:9
Esperanza de vida eterna. Mateo 24:13; Juan 14:1-3; 1 Corintios 15:35-58; 2 Corintios 5:1-10; Filipenses 3:20-21; 1 Tesalonicenses 4:13-18; Apocalipsis 5:9-10; 21:1-4 |
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