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Corrientes anabaptistas Anabaptist Currents: History in Conversation with the Present Conversación XI
Wilbert R. Shenk y Lois Barrett procuran identificar una concepción de la misión propia, para una tradición que no es conocida especialmente por su evangelismo. Exceptuando la primera generación (los anabaptistas del siglo XVI y los Hermanos del siglo XVIII), Shenk halla muy poco énfasis en las misiones. Todo lo contrario de los anabaptistas primitivos, que se apoyaban expresamente en la Gran Comisión y entendían que ser miembros conllevaba la responsabilidad de testificar, lo cual hacían entusiastamente entre sus parientes, amigos, vecinos y compañeros de trabajo, mientras que sus predicadores viajaban extensamente para difundir la fe. Shenk identifica asimismo una «edad de oro» de las misiones entre los años 1945 y 1970, con un fuerte énfasis en el servicio al prójimo. Lois Barret afirma que una parte importante de la tradición, en particular las misiones en el siglo XIX, imitaba lo que estaban haciendo los protestantes mayoritarios y tenía muy poco de particularidades anabaptistas. Sugiere, sin embargo, que las misiones de los Hermanos y de los Menonitas podrían reflejar esa particularidad siempre que se valieran de sus ideas sobre la existencia de dos reinos, el ser «una ciudad asentada sobre un monte», una comunidad alternativa en la misión. Esto contrastaría con la misión protestante tradicional desde una perspectiva «constantiniana» que reflejaba los intereses en general de la nación y mezclaba intereses raciales, étnicos y nacionalistas con los que son propios del evangelio. Pero cuando la iglesia se entiende separada del Estado —como una minoría dentro de la nación— abraza un sentido de la misión que «no sólo democratiza la vida del reinado de Dios sino que invita a otros a hacerse ciudadanos del cielo».
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